La crisis global, filosófica, metodológica, organizacional, de los sistemas educativos en buena parte del mundo muestra que estamos en una encrucijada civilizatoria. La vía de las reformas educativas parece estar agotada y la crítica, el caos y el desconcierto se instalan en nuestras sociedades. Sin embargo, por muchos lados también surgen ideas y experiencias promovidas por educadores que apuestan concientemente por una educación centrada en el ser humano, una educación para la vida y la alegría.
Los sistemas educativos son organizaciones vivas que persisten en sobrevivir y necesariamente se han vuelto conservadores, resistentes a los cambios. Históricamente han sido base y palanca de desarrollo de la economía capitalista y de los sistemas democráticos y constituyen un eje medular de las sociedades modernas. Siguen siendo ‘imprescindibles’, a pesar que hoy están dominados por la ley del mercado y se han anclado en la ‘gestión por resultados’, y eso termina generando exigencias como si las escuelas fueran una fábrica. Todos los actores políticos y de la sociedad civil le reclaman con nostalgia los mismos resultados de antaño, que obviamente ya no son posibles. Esto provoca cada vez más exigencias y limitaciones para alumnos y docentes en una dinámica de enseñanza ya perimida que asigna prioridad a la memoria sobre la solución de situaciones y problemas, a la historia antes que al aquí y ahora, al conocimiento mental frente a las inteligencias múltiples, la disciplina autoritaria frente al diálogo y la comunicación creativa. Sigue siendo una enseñanza del siglo XIX que no se plantea por finalidad el equilibrio entre aspectos esenciales de cada individuo, por el contrario, masifica y uniformiza usando un mismo formato educativo para todos. Esta es una de las claves donde se requieren cambios en la esencia misma de la acción educativa.
La educación actual no garantiza igualdad de oportunidades para todos. No debería ser una mercancía, un negocio -como lo es hoy-, donde se discrimina por la disponibilidad de recursos de las familias y sólo algunos tienen oportunidades de acceder a ciertos aprendizajes y actividades complementarias. Si bien existen leyes de educación que promueven la democratización y la equidad -en el papel-, la ley del mercado no garantiza una educación equitativa para todos, reproduce y agudiza socialmente las diferencias de clases, discrimina brindando a un sector social muchas oportunidades y pocas al resto. ¿Quién es responsable que existan adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan en nuestras sociedades?
¿Qué hacer con los descarriados?
No deberíamos sorprendernos cuando los jóvenes, adolescentes y niños nos cuestionan el para qué de la educación que les brindamos. Están diciendo muchas cosas con su actitud de pasividad y rebeldía, pero también que esta propuesta educativa actual no los motiva ni compromete. Es hora que abramos nuestra mente -y nuestro corazón- y escuchemos a esos supuestos ‘descarriados’. Tienen mucho para decir sobre cómo debería ser la educación del presente.
Miles de educadores en el planeta, nos preguntamos qué hacer, cómo educar a aquellos alumnos que incurren en actos de violencia contra sus pares, sustraen objetos de otros, consumen algún tipo de sustancias alucinógenas, recurren con frecuencia al insulto, pierden interés por estudiar, se burlan de sus docentes y de sus compañeros, y todos esos actos que los adultos criticamos en niños y adolescentes, como si se tratara de algo ajeno a nosotros mismos. Nos toca evaluar aprendizajes y conductas, calificar -premiar o penalizar-, pero antes habría que preguntar el por qué y el para qué de esos actos, esas actitudes de desgano y rebeldía, conocer las causas profundas que las motivan. Sobretodo, evitemos el juicio precipitado, el preconcepto, la etiqueta, todo aquello que discrimina. Ese ‘otro’ que se manifiesta de tal o cual forma que nos incomoda, ese niño, adolescente, joven, subversivo del orden y de las reglas establecidas, tiene derecho a estar aquí y ahora, tiene derecho a manifestarse, tiene derecho a ser quien es. Ese ‘otro’ que sentimos diferente, desalineado, rebelde, nos cuestiona, nos impone un desafío, una prueba. Es cierto, hay desorden y caos en el sistema educativo (siguiendo a Ilya Prigogine), pero es hora de investigar y proponer alternativas.
¿Qué podemos hacer nosotros?
Comencemos por reducir y eliminar el espiritu de competencia y enfrentamiento permanente con los otros y cultivar el desarrollo de la concienca colaborativa, de cooperación entre todos, el trabajo en equipo, los valores humanos. Dejemos de aplicar ‘premios y castigos’ -que responde a la ley del mercado-, porque es una manera de enseñar el chantaje y la obediencia irreflexiva, inspirados en valores y principios que ya no deberían reinar sobre la educación humana.
Es mediante la praxis y no sólo el enunciado, que promovemos ideales y valores activos, que sean accesibles y aplicables para el bien de todos. Todos aprendemos sin cesar y a la vez, todos somos educadores. Aprendemos y educamos en el hogar, en la escuela, en el trabajo, en el bus y en todos los ámbitos cotidianos. Eso nos implica contribuir en la construcción permanente de una sociedad más justa y solidaria, donde hacer posible más armonía con la naturaleza, con los otros y con sí mismo, y superar el supuesto ‘bienestar’ de la sociedad de consumo, que nos sumerge en el egoismo, en el individualismo, en el materialismo exacerbado.
A los educadores nos corresponde alentar y promover la sabiduría, la bondad y la belleza que está presente en cada alumno, hacer reinar siempre el amor en el vínculo educativo, que en lo concreto se traduce en capacidad de escucha, paciencia y tolerancia, para construir juntos un clima de comunicación, comprensión, contención, seguridad; clima imprecindible para el crecimiento y desarrollo de niños y adolescentes. Promover el diálogo, la comunicación fluida y en confianza para desarrollar la comprensión humana ante todas las acciones que ellos puedan tener, conocer y aceptar las causas, razones, motivos, intereses de sus acciones -aunque no siempre estemos de acuerdo con sus actitudes. Siempre responder con respeto, rectitud, a todas sus preguntas, que son todas bienvenidas, aun las complejas, complicadas o en apariencia inapropiadas. No existen preguntas inapropiadas o fuera de lugar, puede existir ignorancia o incapacidad de nuestra parte para responderlas.
Laica, gratuita y obligatoria
En este siglo que transcurre, el paradigma del conocimiento y el contexto histórico han cambiado, pero en esencia, somos continuadores del pensamiento y de la acción de los libertadores promoviendo una educación laica, gratuita y obligatoria, accesible para todos, sin discriminaciones de ningún tipo. Identicas necesidades que antaño, pero hoy está más clara la perspectiva y la necesidad de educar para la vida. Recordemos que laica implica el profundo respeto del educador por la conciencia individual de cada educando, aceptando su capacidad de aprender, crecer y desarrollarse como ser humano. Es también el derecho y la libertad de vivenciar su espiritualidad -laica o religiosa-, respetando la libertad de conciencia, los derechos y libertades de los demás. Gratuidad implica que la sociedad y el Estado acuerdan las condiciones para que todos accedan a las mismas oportunidades educativas, acorde con las potencialidades e intereses de cada uno; y obligatoriedad no en el sentido de participación forzada, sino que individuos, familias, sociedad, aceptan y asumen ciertos aprendizajes mínimos para la vida y participan activa y comprometidamente en su puesta en práctica.
Nuevas Tecnologías
El modelo educativo que ya está naciendo integra fuertemente a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTICs) que revoluciona el contexto de aprendizaje y el vínculo entre educador y alumno. No todo será ‘on line’ y en libertad horaria, pero lo presencial será muy diferente a un aula rígida y autoritaria. Este aspecto tecnológico será uno de los factores que estimulará la participación conciente, voluntaria y comprometida de los estudiantes. El docente, será más un guía, orientador, tutor, que el adulto que impone su saber en forma autoritaria. Requerirá más aportes de la psicología para guiar procesos individuales. El vínculo más flexible y creativo con el alumno ha de priorizar la búsqueda para inventar, encontrar nuevos métodos, los más adecuados para comprender y estudiar la naturaleza y el comportamiento del ser humano, desarrollar conocimiento sobre las energías y fuerzas que se mueven y que buscan manifestarse en cada individuo. Muchos educadores ya están haciendo cosas nuevas en esa perspectiva, replanteando el para qué de su tarea, probando metodologías y recursos, con errores es cierto, pero con la intención de contribuir a la educación de los seres humanos que llegan a su encuentro en el aquí y ahora de la vida. Esos educadores, que son los constructores del camino que ha de transitar la humanidad en este tiempo, debemos respetarlos y apoyarlos en su tarea.
Objetivos
Cada individuo puede encontrar en la educación una trayectoria de oportunidades y prácticas que lo habilite al crecimiento y al desarrollo personal en todos los planos, atendiendo las necesidades del cuerpo, del corazón, de la mente, del espíritu, en tiempos y equilibrios individuales, propios a cada uno. Brindar a cada individuo la oportunidad y la responsabilidad de conocerse a sí mismo, de conectarse con su conciencia íntima, esa que conoce y aconseja la verdad, la belleza, la bondad, la autenticidad del ser; y por esa vía descubrir que las metas del conocimiento no tienen límites, que desde el sí mismo se descubre a la humanidad y al universo.
La finalidad de la educación del siglo XXI es preparar al ser humano para la vida, una vida digna, en la que hombres y mujeres aprenden a ser ciudadanos planetarios, aprenden a respetarse en la diversidad, hermanados por una conciencia creciente del aquí y ahora, que cultivan la capacidad de ser críticos de este mundo en el cual viven, convencidos de que la solución es convivir en comunidad, en igualdad de derechos y oportunidades, de responsabilidades y compromisos; individuos siempre solidarios y cooperativos, amantes de una cultura de paz y de trabajo. Una educación para la Vida.
Soc. Luis Guirin
Mayo 2013