Luis Guirin – La violencia nuestra de cada día
¡Tristeza! ¡Impotencia! ¡Desazón! ¡Si!!. Somos humanos y sensibles y reaccionamos emocionalmente ante la violencia que un psicópata ejerce contra otros seres indefensos. Estamos en la cresta de una ola emocional colectiva, que coincide con el Mes de los Derechos, en el cual estamos compartiendo diversas actividades en Barros Blancos (Escuela 196), con material de Unicef y del Instituto Interamericano del Niño.
Me sumo en el reclamo de justicia por todas las víctimas, las conocidas y muchas anónimas. Pero no comparto las demandas de pena de muerte que están apareciendo en las redes. El respeto a la vida humana es un principio, un derecho aplicable a todos los humanos. Esa ley del “ojo X ojo» no construye convivencia, alimenta el espiral de la violencia y de la muerte. Puedo entender que el impacto emocional -que respeto-, haya impulsado a muchos a sumarse en esa opinión radical pero que al reflexionar en calma la mayoría seguro entiende y acompaña lo que escribo.
También es cierto que la violencia contra niños y adolescentes no es algo nuevo en el comportamiento humano. Sí, siempre pasó, aunque menos que ahora –dicen- y esta sociedad regida por la ley del mercado, que todo lo transforma en mercancía, ha revolucionado las relaciones sociales, ha licuado la ética y la moral, y no sabemos bien como ubicarnos y comportarnos, qué es lo que está bien y qué está mal. Es cierto, pero eso no es excusa para eludir nuestras responsabilidades en el aquí y ahora, como ciudadanos y por ser parte de una comunidad que apuesta a la consciencia social, que en lo personal pasan por seguir contribuyendo en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
Muchos están de acuerdo y se preguntan con sinceridad cómo participar. En primer lugar, evitemos sumar a la ideología del miedo social y de la venganza que reproduce los mismos valores que movieron al victimario. Luego preguntarme qué sociedad estamos construyendo y cuál es mi aporte real y cotidiano para hacerla más vivible, más segura, más humana. ¿Estoy dispuesto a un esfuerzo que me implique y me comprometa personalmente? ¿O quizás soy de los que se escandaliza cuando aparece en la prensa una situación horrible y señalo con el dedo acusando y reclamando más seguridad y pena de muerte y luego sigo mis días sumergido en la locura del trabajo, el consumo, la búsqueda de satisfacciones paliativas y efímeras? ¿Cuál es mi actitud cotidiana frente a cada situación que me toca vivir cada día? La responsabilidad es de todos, hombres y mujeres en igualdad de derechos y responsabilidades, cada día y cada hora con una actitud atenta y comprometida con la vida. Construyendo juntos una sociedad democrática y participativa, de convivencia con equidad y justicia, un lugar en dignidad para todos.
También es cierto que, con un mensaje positivo en las redes también aportamos en la construcción colectiva por una sociedad mejor de la que tenemos hoy. O al contrario, cuando reproducimos mensajes e ideologías radicales y dogmáticas alimentamos la violencia y el odio social. Y eso ¿a quién le sirve?
Los niños y adolescentes de hoy ya son el presente, lo más preciado y lo esencial de nuestra sociedad. Ni el supuesto petróleo ni las papeleras pueden compararse con el valor humano que representan aquí y ahora. Todo lo bueno y todo lo malo que hacemos como sociedad repercute y afecta a los niños y adolescentes, aunque eso no figura en los informes oficiales. Seamos honestos con nuestras ideas y propuestas. Si no hay honestidad, los insultos y lamentos que inundan las redes y la prensa serían sólo meras poses para la foto social. No ignoremos que la actual pobreza cultural y económica que hoy vivencian miles es una siembra de violencia que en algún momento emergerá en comportamientos sociales y se sumará a lo que hoy criticamos. Ya aparecen los que miran para el costado y acomodan los discursos ante lo que está sucediendo.
Por todo esto, aquí y ahora donde nos toca vivir, trabajar, estudiar, transitar cada día, sigamos construyendo un mundo mejor, con mucho amor y cuidado para todos los niños. Cuidando con los afectos imprescindibles, con valores y principios firmes y claros, con límites y consejos oportunos y adecuados a cada edad y situación. Con la verdad, la libertad, el respeto, con derechos y responsabilidades. En nuestro hogar, en la familia, en la placita, en la escuela. Asumiendo cada uno consciente y responsablemente nuestro rol de padre, madre, abuelo, hermano, primo, educador, que cuida y aprende a cuidar cada día mejor lo esencial de la vida humana, la dignidad que nos hace más humanos. Alentemos una educación que construya relaciones saludables y respetuosas entre adultos y de adultos con los niños, sin violencias y sin miedos. Sí a la vida, sí a la dignidad humana en todas sus formas.
Luis Guirin
Noviembre 2017