120424 – Infractores permanecen sin ver el sol por lapsos de 15 días – El Observador, 24 abril 2012


Los técnicos señalaron que, paradojalmente, los portones están abiertos en la Colonia Berro

A pesar de las rejas, las concertinas (alambre de púa) y doble vallado perimetral instalados en los hogares de máxima seguridad de la Colonia Berro, los portones están abiertos. Entrar y salir de los centros no presenta problemas, según constató un informe elaborado por la Suprema Corte de Justicia, lo cual llama la atención ya que el organismo redujo casi a cero las fugas en los últimos meses.
Pero una cosa es que no se escapen, y otra que se rehabiliten. El informe denunció irregularidades e incumplimientos tanto en materia de seguridad como en “las medidas socioeducativas dispuestas por la Justicia”.
El trabajo fue elaborado por el director de capacitación del Centro de Estudios Judiciales del Uruguay (CEJU) y ex director del otrora Instituto de Rehabilitación Juvenil (Interj), Sergio Migliorata.
El informe reclamó la modificación del régimen de encierro de los menores, prohibir las sanciones de aislamiento, implementar actividades educativas, garantizar los derechos a la salud y corregir las condiciones de higiene, así como aumentar la periodicidad de concurrencia de los defensores y jueces a los hogares.
El comité de observadores, integrado por un delegado del Poder Judicial, uno del Instituto de Pediatría Luis Morquio y una delegada de Unicef, visitó el 3 de noviembre del año pasado los establecimientos Las Piedras, Ser, Sarandí y el centro de atención sanitaria (“Hospitalito”) de la Colonia Berro. El documento se presentó el 17 de abril a la Suprema Corte de Justicia.
Entre los incumplimientos figuran carencias en el sistema de seguridad. “Lo primero que se percibe ni bien se ingresa al predio de la Colonia Berro es la fuerte inversión económica que el Instituto ha realizado en materia de seguridad”, señaló.
Describió que los centros Sarandí, Las Piedras y Ser “han sido cerrados con tres altas vallas construidas de alambre concertina, es decir, barreras de cuchillas de alta seguridad para protección perimetral, con un sistema de sucesivos portones de acceso a la planta física”.
Sin embargo, como paradoja, subrayó que el comité “ingresó al establecimiento Las Piedras sin necesidad de que nadie le abriera estos portones ya que todos se encontraban abiertos”.
Los observadores también dieron cuenta de que el ingreso a los hogares “no estuvo precedido por ningún control de identidad ni de ningún otro tipo por parte de los funcionarios y lo mismo ocurrió cuando se ingresó al predio de la Colonia Berro”.

Encierro y desconocimiento
Los técnicos cuestionaron la permanencia obligatoria de los adolescentes en las celdas del nivel dos del centro Ser “durante todo el día, por períodos que duran hasta 14 y 15 días”. Según se informó a los observadores durante su visita, esto es consecuencia del bajo número de funcionarios por turno (cinco), mayoritariamente mujeres.
Los técnicos relevaron un “clima hostil” entre los funcionarios y los adolescentes y dieron cuenta de la inexistencia de “una rutina diaria de mínimas actividades que los adolescentes deban cumplir. Desayunan, almuerzan, meriendan y cenan en sus celdas. Algunos tienen TV y radio en las celdas”, señalaron los observadores.
Otra carencia que subrayaron fue la ausencia de un proyecto educativo. En el establecimiento Ser había dos maestras que daban clase a 13 de los 46 adolescentes.
El equipo observó un total desconocimiento por parte de los adolescentes acerca de quiénes son sus defensores y quién es el juez de su causa.
Los técnicos comprobaron que un coordinador de Las Piedras le había dado información errónea a un menor sobre la fecha de su egreso. El procurador del establecimiento le había dado otra fecha y esto provocó “angustia en el joven”.
En el documento describe que al momento de la visita, un adolescente estaba “aislado”, por haber discutido con el coordinador por la información contradictoria que éste le había dado.

Medicados y sin guardia médica

Las condiciones generales de higiene, según el informe, son inaceptables. “Los pisos de los establecimientos estaban pegajosos de tanta suciedad: restos de comidas, envases de plástico, bolsas de nylon”.
El trabajo detalló que en el nivel dos del Ser, los adolescentes “hacen sus necesidades en un balde, que permanece en las celdas por 24 horas sin agua potable”.
Agregó que los baños son comunes y el lugar es “extremadamente frío”, pues es abierto y las ventanas tienen vidrios rotos. Hay agua caliente en algunos momentos del día.
Además, se destacó que casi todos los menores reciben medicación psicotrópica: anisolíticos, antidepresivos e hipnóticos. Hay consulta psiquiátrica casi todos los días. No hay médico de guardia durante la noche.
Cuando los adolescentes son trasladados al “hospitalillo” lo hacen esposados y engrillados, según relató la enfermera del lugar.
En las celdas tampoco se les permite a los menores infractores tener pasta de diente, desodorante ni jabón. “Estas condiciones pueden calificarse de trato cruel e inhumano”, según los estándares internacionales de protección de los derechos de las personas menores de edad, remarcó el informe. Lo mismo señalaron respecto al aislamiento y la incomunicación.

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