En este proceso de formación en Sistematización Participativa realizaremos una observación crítica y sistemática de cada experiencia abordada, ordenándola, reconstruyéndola y haciendo una interpretación de los hechos vividos, tomando en cuenta todos los factores que intervinieron en ella. Aprender de nuestra propia experiencia es una acción que, si logramos emprenderla, ayudando a que la práctica hable por si misma, nos lleva a nuevos y valiosos aprendizajes.
Abordaremos la diferencia entre evaluación, investigación y sistematización de experiencias, tres prácticas distintas, necesarias y complementarias. Desarrollaremos una metodología que ayudará a reconstruir fielmente las propias prácticas, discriminando cómo fueron planificadas, como se deseaba que fueran y cómo fueron realmente, promoviendo espacios de intercambio y reflexión personal combinados con la potencia que aporta el trabajo colectivo. El contenido y la forma siempre van ligados, pero metodológicamente es necesario hacer un alto y preguntarnos tanto ¿qué aprendimos? como ¿qué podemos aprender?, más allá de los resultados que esperábamos y que proyectamos en papel.
El taller está dirigido a personas que estén participando, o hayan participado recientemente, en una experiencia social, sin importar los resultados alcanzados. Nos encontraremos así con la voz de nuestra propia experiencia, junto con las voces de otros participantes que ampliaran nuestra visión en el ámbito de la práctica social.
El proceso de formación será impartido por el Colectivo Ideas Nómades, con un equipo integrado por:
Gabriela Jiménez, Educadora Popular, mexicana, con experiencia de trabajo en y con comunidades indígenas de diferentes puntos y realidades de México: comunidades zapatistas, campesinas e indígenas.
Raúl Sola, psicólogo, terapeuta gestáltico, docente, recreador. Consulta terapéutica personal y colectiva. Fortalecimiento de equipos interdisciplinarios en proyectos sociales y comunitarios. Intervenciones socioeducativas en colectivos artísticos. Intervenciones comunitarias. Sistematización de prácticas sociales.
Marcelo González: Educador Popular, ha centrado su trabajo en los últimos años en procesos de fortalecimiento de colectivos, organizaciones públicas y privadas, rurales y urbanos. Ha llevado adelante con el equipo de Ideas Nómades experiencias de Capacitación en Desarrollo Integral, Coordinación interinstitucional y Redes, Fortalecimiento de equipos interdisciplinarios y Metodologías de intervención para el trabajo con comunidades rurales y Grupos.
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Diversas Concepciones de Sistematización
Una primera tendencia pone el acento en la reconstrucción ordenada de la experiencia:
Con este concepto –la sistematización – se alude a un proceso de reflexión que pretende ordenar u organizar lo que ha sido la marcha, los procesos , los resultados de un proyecto, buscando en tal dinámica las dimensiones que pueden explicar el curso que asumió el trabajo realizado. Como la experiencia involucra a diversos actores, la sistematización intenta dilucidar también el sentido o el significado que el proceso ha tenido para los actores participantes en ella. (Martinic, 1984)
Desde el IMDEC de Guadalajara, otros autores señalan que no basta con reconstruir la experiencia; es preciso conceptualizarla para darle coherencia a todos sus elementos: Uno de los propósitos de la sistematización es la conceptualización de la práctica (…), para poner en orden todos los elementos que intervienen en ella; no un orden cualquiera, sino aquel que organice el quehacer, que le dé cuerpo, que lo articule en un todo, en el que cada una de sus partes ubique su razón de ser, sus potencialidades y sus limitaciones (…); una puesta en sistema del quehacer, en la búsqueda de coherencia entre lo que se pretende y lo que se hace. (Antillón, 1991)
En un libro más reciente, Antillón (2002, 43) precisa: La sistematización no es sólo un trabajo de recuperación de experiencias y su consecuente interpretación, sino también una tarea permanente de construcción de un sistema de ideas, conceptos y símbolos.
Una tercera tendencia enfatiza más el propósito de producción de conocimientos. Por ejemplo las integrantes del Taller Permanente de Sistematización (TPS) del Perú:
Entendemos la sistematización como un proceso permanente, acumulativo, de creación de conocimientos a partir de nuestra experiencia de intervención en una realidad social, como un primer nivel de teorización sobre la práctica. En este sentido, la sistematización representa una articulación entre teoría y práctica (…) y sirve a objetivos de los dos campos. Por un lado, apunta a mejorar la práctica, la intervención, desde lo que ella misma nos enseña (…); de otra parte (…), aspira a enriquecer, confrontar y modificar el conocimiento teórico actualmente existente, contribuyendo a convertirlo en una herramienta realmente útil para entender y transformar nuestra realidad. (Barnechea, 1992)
Esta es también la perspectiva adoptada por el Ministerio de Educación de Colombia que ha promovido interesantes trabajos de sistematización, la cual conceptualizan así: Es un proceso colectivo de recuperación y lectura crítica de la práctica educativa y organizativa determinando su sentido, los componentes y procesos que intervienen en ella, cómo intervienen y qué los relaciona. Su finalidad es producir nuevos conocimientos en la perspectiva de contribuir al fortalecimiento y consolidación de la organización popular, en su propósito de conformación del pueblo como sujeto histórico protagonista de una transformación social alternativa. (Jaramillo, 1994)
Un cuarto grupo de autoras/es, recordando que la sistematización nació en la corriente de la Educación Popular, subraya que tiene necesariamente que ser participativa: En la Educación Popular, la sistematización es una especie particular de creación participativa de conocimientos teórico-prácticos, desde y para la acción de transformación, entendida como la construcción de la capacidad protagónica del pueblo. (Cadena)
Siempre en la perspectiva de la Educación Popular, pero desde México, Efrén Orozco (en Antillón, 2002, 9) ofrece la síntesis siguiente: Sistematizar adquiere esta peculiaridad de ser algo más que conjuntar ordenadamente, clasificar analíticamente o incluso recuperar ordenada y críticamente una experiencia vivida, ‘poniendo en sistema’ a posteriori algo que de antemano no fue probablemente pensado como tal. Se le han adjuntado, tanto al concepto de sistematización como a su ejercicio, connotaciones y exigencias de recuperación crítica (y no de mero recuento de hechos clasificados de manera más o menos ordenada); de mirada escudriñadora al pasado vivido para entender el ser y el hacer del presente, e incorporar las lecciones aprendidas en los nuevos planes de acción; de hecho comunicativo privilegiado, tanto al interior del colectivo que sistematiza como hacia y desde los espacios externos en los que se comparte lo sistematizado en busca de retroalimentación.
Después de recalcar la validez de cada uno de estos enfoques y de subrayar su complementariedad, Jara destaca la interpretación crítica como característica esencial y propia de la reflexión sistematizadora que busca penetrar en el interior de la dinámica de las experiencias, algo así como ubicarse ‘por dentro’ de esos procesos sociales vivos y complejos, circulando por entre sus elementos, palpando las relaciones entre ellos, recorriendo sus diferentes etapas, localizando sus contradicciones, tensiones, marchas y contramarchas, llegando así a entender estos procesos desde su propia lógica, extrayendo de allí enseñanzas que puedan aportar al enriquecimiento tanto de la práctica como de la teoría. (Jara, 1998, 7)
Jara concluye esta reseña proponiendo la definición siguiente (1994, 22): La sistematización es aquella interpretación crítica de una o varias experiencias, que, a partir de su ordenamiento y reconstrucción, descubre o explicita la lógica del proceso vivido, los factores que han intervenido en dicho proceso, cómo se han relacionado entre sí, y por qué lo han hecho de ese modo. Esta propuesta enfatiza el análisis crítico de la estructura lógica del proceso pero obvia mencionar de manera explícita el carácter participativo de la sistematización y tampoco hace referencia al propósito de la misma.
Por lo tanto, es interesante mencionar todavía una propuesta, más reciente, de Espinoza
V. (2001, 7-8): La sistematización… es un proceso reflexivo mediante el cual los protagonistas de una experiencia (institución, técnicos y beneficiarios) rescatan en forma participativa, los procesos y productos validados durante la ejecución de un proyecto, bajo la forma de sistemas replicables en otras situaciones semejantes a la experimentada.
Esta identificación de sistemas replicables es fundamental pues apunta a la utilidad de la sistematización para otros proyectos. Como señalaran también Francke y Morgan (1995,11), la sistematización debe permitir: Obtener un producto consistente y sustentado, a partir del cual es posible transmitir la experiencia, confrontarla con otras y con el conocimiento teórico existente, y así contribuir a una acumulación de conocimientos generados desde y para la práctica.
Asimismo, K. De Jongh (2000, 3) subraya que la sistematización tiene que generar un nuevo modelo o una nueva propuesta generalizada.
Pasar de ordenar una experiencia a decantar sus aprendizajes requiere su reconstrucción descriptiva, pero hay que ir más allá: es preciso someterla a reflexión y análisis. La sistematización adquiere así el carácter de actividad teórico-práctica, ya que la interpretación y la comprensión de la experiencia son imposibles sin referirla, de un lado, a los supuestos teóricos a partir de los cuales se proyectó la intervención y, del otro, al conocimiento empírico y teórico-conceptual existente. El proceso sólo culmina cuando se formalizan los aprendizajes obtenidos y se comparten y contrastan con los producidos a partir de experiencias similares.
Ahora bien, a pesar de la diversidad de los aportes señalados en las páginas anteriores, es posible y necesario subrayar las convergencias entre ellos. Desde una perspectiva epistemológica, podemos destacar los siguientes aspectos:
El primero es que las diversas experiencias de sistematización coinciden en un cuestionamiento a la investigación social de tipo positivista, tradicionalmente aferrada a la identificación y explicación de supuestas ‘estructuras objetivas’ que incidieron en la realidad social, concebida como totalmente ajena a los actores y su contexto. Por lo tanto, estos estudios no logran dar cuenta de la integralidad de los procesos, mucho menos de los cambios subjetivos que produce una experiencia educativa entre sus participantes. En cambio, la sistematización se inscribe en la tradición interpretativa, apuntando a la comprensión integral de los fenómenos sociales, analizados como sistemas de interacción en los cuales diferentes actores construyen y reproducen significados desde sus propios horizontes culturales y sociales. Se trata de un análisis contextualizado, social e históricamente, de las relaciones inter-subjetivas que establecen diversos actores para alcanzar finalidades compartidas, para llevar a cabo un proyecto común.
Desde luego, la realidad social se concibe como la resultante de un juego complejo de interacciones entre actores que hacen intervenir sus sentimientos y pensamientos tanto como sus acciones. Por lo tanto, el segundo aspecto en el cual coinciden las diferentes propuestas conceptuales y metodológicas de sistematización es la disconformidad con una lectura simplificadora de la realidad social basada en categorías de análisis que
dicotomizan al sujeto que conoce del objeto a conocer. La sistematización intentará, por el contrario, dar cuenta simultáneamente de la teoría y de la práctica, del saber y del actuar, pues objeto y sujeto son las dos caras de una misma moneda. Lógicamente, la sistematización no puede expresarse mediante un lenguaje supuestamente ‘científico’ que, por derivar de enfoques teóricos positivistas, resulta ajeno a la realidad de la cual pretende dar cuenta. Al contrario, toda sistematización tiene que integrar un enfoque de antropología cultural a fin de poder transmitir los códigos lingüísticos particulares en uso entre los actores del proyecto a sistematizar, esforzándose por reflejar la riqueza de sus significados.
Extractado de Coppens, F., Van De Velde, H. (2005);
Sistematización, texto de referencia y de consulta

